El mantenimiento de la transmisión implica actividades periódicas que incluyen el cambio de aceite de la transmisión, la inspección y ajuste de los niveles de líquido, la revisión de los componentes de sellado y el control del estado de los filtros. Estas tareas ayudan a mantener el lubricante limpio y en buen estado, evitando el desgaste prematuro de los componentes internos y asegurando un cambio de marchas suave y eficiente.
La reparación de la transmisión se lleva a cabo cuando se detectan problemas o fallas en el sistema. Esto puede implicar la reparación o reemplazo de componentes dañados o desgastados, como embragues, bandas, sincronizadores, sellos o el propio convertidor de par. También puede requerir la reconstrucción completa o la instalación de una transmisión nueva en caso de daños graves.
El objetivo de estas acciones es mantener la transmisión en óptimas condiciones de funcionamiento y prevenir averías costosas. Una transmisión bien mantenida y reparada adecuadamente proporciona cambios de marcha suaves, una conducción sin problemas y una mayor vida útil del sistema.